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Publicado en Ovnis en A...
Por Adm
Viernes, 13 de Septiembre del 2024

Un vuelo de instrucción paranormal

Un vuelo de instrucción paranormal

 

Relato de Héctor Flores, comandante retirado de Gendarmería - 2 de noviembre de 1972.
La noche del 2 de noviembre de 1972 llevamos a cabo un vuelo de instrucción. Yo era instructor de vuelo en el Escuadrón de Gendarmería. A bordo de un avión Cessna 182, un monomotor de ala alta para cuatro personas, íbamos tres: Jorge Torrecilla, piloto civil y campeón mundial de tiro, Alejandro Urs Vogt, médico y aviador de Gendarmería, quien era mi alumno, y yo.
El plan era volar de San Pedro a Campo de Mayo, un trayecto que normalmente toma 10 minutos, pero que esa noche duró casi 40 debido a lo que ocurrió. Durante el vuelo, divisamos unas luces extrañas. Le dije a mi alumno: “Aumenta la potencia para acercarnos”. Tras unos minutos, tomé el control del avión, ya que en situaciones de riesgo, el instructor de vuelo asume la responsabilidad.

 

Nos elevamos hasta los 2.000 metros sobre San Pedro y logramos acercarnos a unos 200 o 300 metros del objeto. Para verlo mejor, apagué todas las luces del avión, tanto internas como externas. Cuando estábamos a unos 200 metros, encendí los faros de aterrizaje, y fue en ese momento cuando el objeto se nos aproximó rápidamente y comenzó a seguirnos. Descendimos en espiral hasta los 1.000 metros, pero cuando pensábamos que ya lo habíamos dejado atrás, reapareció justo encima nuestro, iluminando el interior del avión con una luz tan intensa que parecía de día.

El objeto era metálico y mucho más grande que nuestro avión. La base era de color aluminio y, dentro de lo que parecía ser una cabina, se observaba movimiento, como si hubiera personas. Encima de la base había una estructura esférica de color rojo, que se movía a una velocidad muy superior a la de nuestro avión. Realicé maniobras evasivas, subiendo y cayendo bruscamente, pero no logramos escapar. El objeto seguía sobre nosotros. Desde tierra, en Campo de Mayo, se observaba todo. El Comandante en Jefe del Ejército y otros estaban siguiendo el incidente y me ordenaban dirigirme a Campo de Mayo, pero el objeto no me dejaba hacerlo. Cada vez que intentaba moverme hacia un lado, él se desplazaba también.

Finalmente, conseguimos aterrizar en Campo de Mayo. Habían apagado las luces de aterrizaje y solo dejaron una pista con balizas encendidas. Apenas tocamos tierra, la torre de control nos pidió un informe de lo sucedido.

Esa noche llegué a casa a la 1 de la mañana. Al día siguiente, a las 9, un comandante mayor me recibió y me dijo: “¿Qué estuvo haciendo usted? Lo están esperando en el Comando de Instituto Militares”. Allí, unos 20 oficiales, entre generales, médicos y coroneles, estaban atentos a mi relato. Me evaluaron exhaustivamente para asegurarse de que no estuviera sufriendo alucinaciones, y tras un rato, confirmaron que mi estado psicológico era normal.

Con el tiempo, dejé de pensar en el incidente, hasta que en 2019, Andrea Simondini apareció en mi casa para revivir la historia. Ella consiguió el informe oficial que yo ya ni tenía. No le di mayor importancia, pues lo consideré solo como una incidencia aeronáutica. Seguí volando durante muchos años, pero jamás volví a ver algo similar. Hasta el día de hoy no tengo idea de qué era aquello, solo relato lo que realmente viví.





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